Laura Gonzalo |

El arte es efímero y a su vez eterno. Nos enriquece el espíritu y nos empobrece el bolsillo, agota nuestro pozo y alimenta nuestra alma. Es contradictorio, tan contradictorio como lo es el ser humano y, a pesar de ello, no puedo hacer otra cosa que amarlo. Lo siento, lo vivo y lo sufro.

El recorrido que hago como artista no es más que el camino que hago en la vida. Podría decirse que es mi forma de llevar un diario, un diario donde escribo a pinceladas poesía hecha de los colores de mis sentimientos y emociones, frustraciones y pecados. Me libero. Es mi espacio de libertad, donde el caos cobra sentido y encuentra un orden y la complejidad de los pensamientos se torna simple.

Desde mi punto de vista, ser artista no es una profesión, es una pasión. Hay que sentir pasión para crear, y por supuesto acompañarla de mucho trabajo y esfuerzo. Toda pasión se convierte en necesidad, y eso es para mi la pintura: una necesidad. No concibo mi vida sin ella a pesar de tener otras inquietudes como lo son la escultura, la escritura o el teatro, pero desgraciadamente cada una de esas otras áreas sería el proyecto de toda una vida, y es que la única limitación del creador es el factor tiempo. Escogí la pintura porque es el lenguaje creativo con el que me siento más identificada, con el que puedo ser más auténtica y expresarme con mayor libertad y sinceridad.

Pintar es un viajar al interior, con una mirada exenta de prejuicios y miedos a ser juzgada. Es un grito desde el silencio, un diálogo visual con el espectador. No siempre aquello que busco provocar es lo que recibe, interpreta o siente el espectador, y me parece bien que así sea pues cada uno debe tener la oportunidad de disfrutar de su propia experiencia ante una obra, vivir sus propias emociones y sensaciones, dejarse llevar ante la pintura, sin condicionantes previos como lo son, a mi modo de ver, los títulos de las obras o argumentos sobre la misma. Tan importante es para mi el gozar con libertad del proceso de creación de una obra como el brindar esa misma libertad al público a la hora de contemplarla.

Laura Gonzalo