Alguien se acordó de mi un día paseando por la orilla de la playa y me trajo un pequeño regalo: una especie de cubo que iba y venía mecido por las olas. Creyó que mis manos podrían transformarlo en algo más allá de lo que es ahora y darle una segunda vida, y muy posiblemente así será, aunque debo confesar que tal cual está me parece maravilloso y especial, ¡un auténtico tesoro!
Por ahora vamos a empezar por limpiarlo cuidadosamente para retirar los restos de arena e impurezas y proceder a darle una capa de cola blanca para proteger toda esa capa de vida que el mar le ha regalado, una piel preciosa con aroma a mar. Estoy emocionada tan solo imaginar la infinidad de posibilidades que me ofrece este objeto. ¿Cómo acabará?… aún no lo sé, pero os lo haré saber 😉
Os dejo aquí una foto del protagonista de hoy, ¡a ver qué os parece!